Los adultos somos los responsables de enseñar a los niños lo que deben y no deben hacer. Una de nuestras labores es ponerles límites que contribuyan a su desarrollo como personas. No es tan importante la obediencia como valor supremo, sino la aceptación de normas que les ayuden además a vivir en sociedad.
¿Qué tiene la naturaleza que tanto gusta a los niños? En esta época del año, cercana ya al verano, el buen tiempo hace que apetezca aún más si cabe salir de casa con la familia, pasear, estar a la intemperie, vivir la naturaleza y respirar y descubrir el aire...
El otro día oí una conversación entre niños de cuatro años, donde una pequeña intentaba consolar a otra que lloraba diciéndole “no llores, que te pones fea”. Esta frase que habremos oído en boca de algunos mayores no pocas veces, y precisamente con la misma intencionalidad que la que yo le aprecié a aquella niña, me hizo pararme a pensar y analizar tanto la situación como la frase en sí.
Lo que inquieta a los padres no son sólo los problemas que pueden derivarse de una mala alimentación como problemas de sobrepeso, obesidad, etc., sino además problemas derivados de ésto, por ejemplo, problemas de ansiedad, de aceptación social, de autoestima, etc.
Los padres estamos muy implicados en la educación de nuestros hijos, y ese es el principal motivo por el que los niños tienen otras actividades fuera del horario escolar. Pero con tantas actividades, ¿tienen tiempo para jugar, para aburrirse?
Siempre que los padres tengan dudas o cuando sospechan que puede haber algún problema de conducta, o han ocurrido cambios en el ambiente familiar que creen que podrían afectar a su hijo o hija es buen momento para acudir al psicólogo infantil.