Ya estamos inmersos en el segundo trimestre del curso escolar y las actividades extraescolares sigue siendo uno de los temas que más preocupan a los padres. Quizás debido al parón de las vacaciones de Navidad o quizás debido a las notas del primer trimestre, el caso es que de nuevo nos sentamos a pensar si nos estamos pasando con las actividades extraescolares del niño o la niña: si son muchas, sin son o no las adecuadas para él o ella, si son las que verdaderamente necesita…
Yo empezaría por preguntarme, cuál es el motivo de que su hijo o hija tenga actividades organizadas fuera del horario escolar. Lo que me encuentro es que los porqués son muy diversos. Desde las clases particulares en una materia concreta porque el menor necesita apoyo en esa asignatura, hasta las clases de pádel porque creemos que hacer deporte es saludable y queremos inculcarles buenos hábitos desde pequeños.
Los padres de hoy en día estamos muy implicados en la educación de nuestros hijos y velamos por ella hasta el punto de relegar nuestro ocio y necesidades a un tercer o cuarto plano. Es decir, lo que buscan los padres cuando apuntan a su hijo o hija a una actividad, no es precisamente aprovechar ese tiempo para ellos mientras “entretienen” al niño o niña. Es más bien lo que le aporta esa actividad al menor lo que mueve a los padres a decidirse por una u otra extraescolar. Ya sea mejorar un área, potenciar un talento, ofrecerle opciones de ocio saludable o adquirir competencias que no están a su alcance en el colegio.
El hecho de llevar al niño o niña a clases particulares, a catequesis o a algún deporte conlleva no sólo emplear el tiempo libre de los padres en llevar y traer sino también en esperar, pues la duración de estas actividades casi nunca supera los 60 min., con lo que los padres a veces se ven “obligados” a compartir ese tiempo de espera con otros padres en la misma situación. Luego, una vez desmentida la falsa creencia de que los padres inscriben a sus hijos en actividades para despreocuparse de ellos, sino que nos encontramos con padres “supermotivados” (que diría mi apreciado Carles Capdevila), cabe la duda de si nos estamos pasando con las extraescolares o no.
Entonces, ¿me estoy pasando o no?
Ante esto, las preguntas que debemos hacernos son: ¿qué es l o que realmente necesita mi hijo/a?; ¿Le gustan a mi hijo las actividades que realiza?; Una vez finalizadas las extraescolares, ¿tiene tiempo de hacer los deberes?; No menos importante es preguntarnos ¿Tiene tiempo para jugar?; Y de aburrirse, ¿tiene tiempo?
Si llenamos su agenda de actividades, de ocio, etc. Puede que no le estemos dejando lugar al aburrimiento. Ese gran olvidado para algunos padres, también es importante para los niños, deben conocer lo que se siente cuando se está aburrido, para así poder enfrentarse a ello y utilizar su imaginación, dejar espacio a la creatividad. Los niños nos sorprenden muy a menudo con la gran capacidad que tienen para jugar con cualquier cosa, con los recursos que tengan a su alcance. Eso no sería posible si no les permitimos tener tiempo libre, para jugar, para inventar, para crear…. Para aburrirse.
Elisa López
10 en Conducta
Psicóloga Infantil Málaga